Literatura
La literatura croata medieval, única en su trilingüismo (latín, antiguo eslavo y lengua vernácula) y su triple alfabeto (latino, glagolítico, cirílico), se desarrolló desde el siglo VIII hasta el siglo XVI, plasmándose en obras literarias valiosas en forma de poesías, versos en diálogo, y representaciones, generalmente basadas en temas litúrgicos y religiosos. A finales del siglo XV se empezaron a aceptar nuevas formas poéticas; se desarrollaron temas, formas y géneros característicos del sistema literario renacentista en línea con los desarrollos literarios italianos. La base de eso fueron las obras literarias de los latinistas croatas, con quienes empezó el humanismo. Sus representantes relevantes son los poetas Ilija Crijević (Aelius Lampridius Cervinus) y Jan Panonac (Jannus Pannonius), quien tenía un alto conocimiento de tradiciones lingüísticas y literarias.
En las primeras décadas del siglo XVI la literatura croata se integró completamente en las tendencias renacentistas europeas, especialmente en la zona de Dalmacia, donde se formaron varios círculos creativos: el de Split (Marko Marulić), el de Šibenik (Juraj Šižgorić), el de Dubrovnik (Šiško Menčetić, Džore Držić, Mavro Vetranović, Nikola Nalješković, Marin Držić, Dinko Ranjina, Dominko Zlatarić), el de Hvar (Hanibal Lucić, Petar Hektorović, Mikša Pelegrinović, Martin Benetović), y el de Zadar (Petar Zoranić, Barne Karnarutić). Sus comienzos fueron marcados por Marko Marulić quien retomó muchos temas medievales, pero los adaptó a las nuevas formas y bajo la influencia de la "devoción moderna" (devotio moderna) laica, creando obras por las cuales fue reconocido como representante destacado del humanismo cristiano y la épica renacentista europea (el ensayo moralista De institutione bene vivendi, las epopeyas Davidias y Judita). Con la dominante expresión lírica y petrarquista de aquella época se destacan las obras Planine de Zoranić, la primera novela original croata, Ribanje i ribarsko prigovaranje de Petar Hektorović, égloga de pescadores escrita en forma epistolar y las obras dramáticas de Marin Držić, especialmente sus comedias Novela od Stanca, Dundo Maroje y Skup.
En la segunda mitad del siglo XVI el Renacimiento se iba apagando gradualmente. El movimiento protestante tocó la literatura croata solo marginalmente, a pesar de que uno de los más destacados escritores e ideólogos protestantes era croata, Matija Vlačić Ilirik, cuyo Clavis Scripturae sacrae es el lexicón bíblico más famoso de aquella época. En la literatura barroca del siglo XVII y las primeras décadas del siglo XVIII Dubrovnik seguía siendo el centro literario principal, y su mayor representante Ivan Gundulić (el poema religioso Suze sina razmetnoga, la pastoral Dubravka y la epopeya heroica Osman), pero también se destacaron Ivan Bunić Vučić (colección de poesía Plandovanja), Junije Palmotić (obra de teatro Pavlimir) e Ignjat Đurđević (poema religioso Uzdasi Mandaljene pokornice). A la tradición kajkaviana pertenecen el cronista Antun Vramec, el escritor religioso Juraj Habdelić, y del alto nivel de la cultura literaria en Croacia también testimonian las obras de Petar Zrinski (Adrianskoga mora sirena, traducción del húngaro de las poesías de su hermano Nikola), Fran Krsto Frankapan (la colección lírica Gartlic za čas kratiti) y Pavao Vitezović Ritter (poema Odiljenje sigetsko).
En el siglo XVIII, época de la Ilustración, se destacaron con sus obras didácticas Filip Grabovac (libro de poesía y prosa Cvit razgovora naroda i jezika iliričkoga aliti arvackoga), Andrija Kačić Miošić (libro de poesía y prosa Razgovor ugodni naroda slovinskoga) y Matija Antun Relković (poema Satir iliti divji čovik). En el cambio del siglo XVIII a XIX en el ambiente kajkaviano fueron activos el comediógrafo Tituš Brezovački (Matijaš Grabancijaš dijak, Diogeneš), y a mediados del siglo XIX el escritor religioso Ignjat Kristijanović, ferviente abogado del kajkaviano como lengua estándar. El movimiento de reavivamiento nacional o ilirio, encabezado por Ljudevit Gaj, en la primera mitad del siglo XIX dio un impulso fuerte a la vida cultural y política. Para la literatura croata de aquella época, que pertenece al romanticismo europeo, el hecho más importante fue la creación de la lengua estándar única, con lo cual se estableció la continuidad de su creación. Bajo la influencia de las circunstancias políticas su característica principal era el elemento nacional, y los escritores destacados fueron Ivan Mažuranić (poema Smrt Smail-age Čengića), Stanko Vraz (colección de poesía Đulabije) y Petar Preradović. El cambio del romanticismo al realismo se refleja de manera más prominente en las obras de August Šenoa (novelas Seljačka buna y Zlatarovo zlato), quien marcó la vida cultural de aquel entonces hasta tal punto que el período entre 1865 y 1881 es denominado la Época de Šenoa.
El realismo es importante para la formación integral de la literatura croata porque representa a escritores y temas de todas las regiones croatas y la crítica se estableció como género literario (Jakša Čedomil, Franjo Marković). También es la "época dorada de la novela", representada por Ante Kovačić (U registraturi), Ksaver Šandor Gjalski (U noći), Josip Kozarac (Mrtvi kapitali) y "el Balzac croata" Vjenceslav Novak (Posljednji Stipančići). Silvije Strahimir Kranjčević (Trzaji) fue la mayor figura de la poesía del siglo XIX y un puente hacia la poesía modernista, el período estilísticamente variado en el cambio del siglo XIX a XX que encontraba sus principios e inspiración estética en la literatura centroeuropea y francesa. Además de la poesía de Milan Begović (Knjiga Boccadoro, mientras que su narrativa en el período de entreguerras fue representativa para el modernismo: la novela Giga Barićeva), Antun Gustav Matoš y Vladimir Vidrić, de alcance antológico también fue la poesía dialectal de Dragutin Domjanić, Fran Galović y Vladimir Nazor.
El modernismo en Croacia también dio frutos valiosos en las obras de teatro, antes que nada, en las obras de Ivo Vojnović (Dubrovačka trilogija) y Josip Kosor (Požar strasti). La narrativa de Milutin Cihlar Nehajev reflejó con mayor éxito el espíritu decadente del intelectual moderno croata (novela Bijeg). Una figura destacada fue Janko Polić Kamov, vanguardista antes del vanguardismo, innovador en cuanto a sus temas, ideas y lengua-estilo, quien en las siguientes décadas alcanzó un estatus legendario (colección de poesía Ištipana hartija, novela Isušena kaljuža). Las obras de Ivana Brlić Mažuranić (novela Čudnovate zgode šegrta Hlapića/Las aventuras del aprendiz Lápich, Priče iz davnine/Cuentos del antaño) fueron traducidas a más de cuarenta lenguas y fue propuesta para el Premio Nobel dos veces. Las novelas de Marija Jurić Zagorka (Grička vještica), también fueron traducidas a varios idiomas, y jugaron un papel importante en mantener la continuidad de la novela histórica croata.
El modernismo, que en la historiografía literaria croata se refiere a la literatura después de la Edad Moderna, se anunció con la creación poética, narrativa y ensayista de Matoš, la obra de Miroslav Krleža, Antun Branko Šimić, Tin Ujević y otros en los años 1920, y siguió prevaleciendo en el cambio de los años 1950 a 1960 con la llegada de las generaciones generalmente reunidas alrededor de revistas literarias (conocidos como krugovaši, razlogovci, borgesovci, offovci y otros.). El papel central en la vida literaria después de la Primera Guerra Mundial, basado no solo en su obra literaria sino también en su amplia actividad pública, lo tuvo Miroslav Krleža, autor de una de las más variadas y más amplias obras en la literatura croata (colección de poesía kajkaviana Balade Petrice Kerempuha, obra de teatro Gospoda Glembajevi, novela Povratak Filipa Latinovicza, ensayos, memorias, libros de viajes).
Krleža compartió el trono del canon modernista con Tin Ujević, cuya obra refleja lo mejor de la tradición poética croata y europea. A su lado está A. B. Šimić (Preobraženja), cuyo mérito es la popularización del verso libre y la integración definitiva de la poesía croata en las tendencias literarias europeas. Sobre la popularidad del poeta de la patria chica e intimista Dragutin Tadijanović testimonian múltiples ediciones y traducciones de sus obras (Srebrne svirale), mientras que el neorromanticista Dobriša Cesarić atrajo a amplios círculos de lectores con sus poesías marcadamente musicales, que dejan la impresión de espontaneidad y simplicidad (Voćka poslije kiše). A esta generación pertenecen también los impresionistas Gustav Krklec (Izlet u nebo) y Nikola Šop, poeta de una poética auténtica de gran complejidad fenomenológica (Isus i moja sjena). La narrativa realista fue lograda en la renovación del cuento de Ivan Goran Kovačić (Dani gnjeva), cuyo poema Jama de la época de la guerra se destaca por la universalidad de su mensaje. Del ambiente católico bosnio proviene Ivo Andrić, quien luego escribió en el marco de la literatura serbia (novelas Na Drini ćuprija/Un puente sobre el Drina, Travnička hronika/La crónica de Travnik).
Después de la Segunda Guerra Mundial se afirmaron autores de narrativa que marcaron la literatura de la segunda mitad del siglo XX, antes que nada, Petar Šegedin (trilogía Djeca božja, Osamljenici y Crni smiješak), Vladan Desnica (novela-ensayo Proljeća Ivana Galeba) y especialmente Ranko Marinković (colección de cuentos Ruke, novela Kiklop). Marijan Matković es uno de los más fructíferos autores de teatro croata y fiel seguidor de Miroslav Krleža (ciclo dramático Igra oko smrti), y Radovan Ivšić es el más destacado representante del surrealismo en la literatura croata (farsa grotesca Kralj Gordogan). A los capítulos más importantes de la poesía contemporánea croata pertenecen las obras de Jure Kaštelan (Pijetao na krovu) y Vesna Parun (Crna maslina), la poetisa croata más traducida. La novela Mirisi, zlato i tamjan de Slobodan Novak se cita regularmente como una de las mejores novelas de la literatura croata en general, y especialmente como ejemplo de literatura existencialista.
Una parte de los escritores en el contexto del cambio de circunstancias políticas e ideológicas después de la Segunda Guerra Mundial abandonó su patria y siguió creando en el exterior (la así llamada literatura emigrante, donde destacamos la poesía de Vinko Nikolić, Viktor Vida y Boris Maruna). La generación reunida alrededor de la revista Krugovi en los años 1950 (S. Novak, Slavko Mihalić, Ivan Slamnig, Antun Šoljan) abogaba por el pluralismo estético, oponiéndose a la poética del realismo socialista, mientras que los poetas alrededor de la revista Razlog en los años 1960 mostraban la tendencia a un lenguaje poético intelectual y teóricamente concientizado (Danijel Dragojević, Zvonimir Mrkonjić, Nikica Petrak, Tonči Petrasov Marović).
El término "narrativa de jean" de historiador y teórico literario Aleksandar Flaker etiqueta la tendencia central en la narrativa desde los años 1950 hasta comienzos de los años 1970, e incluye las novelas de Ivan Slamnig, Antun Šoljan, Alojz Majetić y Zvonimir Majdak.
En el último tercio del siglo XX, siguiendo las tendencias europeas, la literatura croata también fue marcada por el pluralismo de prácticas poéticas, que por su tipología se colocan en la época de posmodernismo. Bajo la influencia de los imperativos de la recepción, la narrativa se sometió mayormente a las características de literatura popular. Así se desarrolló especialmente la novela de género (novela fantástica y de crimen, la así llamada escritura femenina, la narración autobiográfica, la metaficción historiográfica). La sensibilidad contemporánea y posmodernista fue representada por la narrativa que asimilaba las características de la poética de Jorge Luis Borges (Goran Tribuson, Pavao Pavličić) y la así llamada "narrativa de jean" (Alojz Majetić, Zvonimir Majdak) y la novela histórica (nueva) (Ivan Aralica, Nedjeljko Fabrio). En los años 1980 la revista Quorum reunió a gran número de jóvenes autores (Damir Miloš, Delimir Rešicki, Branko Čegec, Anka Žagar) e incentivó la intermedialidad. En los años noventa del siglo XX en el exterior llamaron la atención los escritores en exilio, antes que nada, las autoras de narrativa y ensayistas: Dubravka Ugrešić, para quien después de abandonar Croacia el exilio se convirtió en uno de sus temas literarios claves (novela Ministarstvo boli/Ministerio del dolor), y Slavenka Drakulić, cuyas obras son marcadas por un alto nivel de compromiso feminista y político (novela Kao da me nema/Como si yo no estuviera). Las obras de teatro de Slobodan Šnajder se representaron generalmente en países de habla alemana (Utjeha sjevernih mora), y también tuvieron éxito internacional las obras de Ivo Brešan (Nečastivi na filozofskom fakultetu) y Miro Gavran (Čehov je Tolstoju rekao zbogom).
En el teatro más reciente (Mate Matišić, Ivana Sajko) la multimedialidad, la antropología y el psicoanálisis se hacen muy importantes. De la generación de la narrativa croata que apareció en los años 1990, uno de los más reconocidos en el exterior es Miljenko Jergović (cuentos Sarajevski Marlboro/Sarajevo Marlboro). La escena literaria de los años 2000 fue marcada por la aparición de nuevos autores de narrativa, poesía, teatro, pero también de aquellos que, entre otras razones, por la crisis en el mundo editorial, aparecen en los nuevos medios.